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¡Muy buenas, queridos amigos! Hoy os presento un post con una temática bastante diferente a los ámbitos que se suelen tocar de habitual. Siguiendo con el planteamiento de sinceridad y transparencia, os tengo que comunicar, y lo digo abiertamente y con todas las letras, que he sido recientemente víctima de una estafa. Así es, queridos lectores… ¡me han estafado! El autor en cuestión es una empresa fraudulenta alemana llamada Copytrack.
A lo largo del post voy a ir explicando, en la medida en la que puedo, los detalles de mi caso porque también tengo que mantener mi privacidad en aquellos datos que son información de carácter sensible. Antes de meternos en materia, dejo por escrito para que no haya dudas, que este post es completamente informativo y que su principal finalidad es evitar que más gente caiga en esta mentira. Me he replanteado en numerosas ocasiones publicar esto, entre otras cosas, porque significa reconocer públicamente que “me la he comido con patatas”.
No obstante, mis valores y el espíritu del blog son claros. Debo cumplir con mi responsabilidad ética, es decir, impedir que más personas inocentes sean engañadas y entren a formar parte de esta red masiva de extorsión. Así que, sin más dilación, procedo a exponer los hechos.
Copytrack: la estafa de imágenes y derechos de autor
Seamos honestos, el uso y la distribución desautorizada de contenido en los medios digitales es un problema por el que muchos intenautas se ven afectados. La cosa es que, al mismo tiempo, existen usuarios y empresas, de ética cuanto más cuestionable, que han tenido la “brillante idea” de hacer negocio con el tema y reclamar derechos de autor y licencias de imágenes que ni si quiera ellos mismos tienen o que, directamente, no les corresponden. En este sentido, entra en juego la web de Copytrack.
Agregando a lo anterior, ¿cómo funciona exactamente este sitio web? Pues bien, investigando bastante sobre el tema, parece no ser excesivamente complicado entender cómo operan. Se envían un sinfín de correos electrónicos plagados de verborrea legal y en tono amenazante. En dichos emails, se advierte de que nuestro sitio web está haciendo un uso indebido de una serie de imágenes que están protegidas por derechos de autor. Y aquí, está “la gracia” del juego: basta con que una cierta cantidad de gente se asuste, pique y pague para que haya negocio.
Al principio, te pueden entrar dudas de si es un sitio legítimo o si te la están intentando meter doblada. Ahora bien, por lo visto hay casos registrados en los que Copytrack ha pedido dinero al autor de una fotografía por usarla él mismo en su propia web. La cosa es que si ese fotógrafo es Pete Souza, que para quien no lo sepa era un fotógrafo de Obama, entre otros presidentes de EEUU pues… ¡cagada! Además, la foto es de la Casa Blanca y de dominio público. En definitiva, no has hecho otra cosa que pegarte un tiro en el pie. ¡Se descubre el engaño! Aquí tenéis un enlace a la información en cuestión. ¡Vaya tela marinera!
Lo realmente alarmante es que esto no es un caso aislado. Esta corporativa, en línea desde el año 2015 aproximadamente, tuvo también gresca con un blog bastante conocido llamado Photolari, que toca temas relacionados con fotografía, edición de imagen y vídeo, aspectos tecnológicos, entre otros temas, a los que también les pasó lo mismo. A eso hay que sumar mi blog, y otros tantos más que se hayan quedado por el camino. Solamente hay que buscar en la web para ver la cantidad de resultados de búsqueda e información en los que se viene a decir lo mismo… ¡todo es un fraude!
Exposición de mi caso con Copytrack
Llegados a este punto, y teniendo en cuenta que lo prometido es deuda, os voy a exponer mi caso. Mi historia con Copytrack empieza de la misma forma que he comentado arriba. Me llegó un email donde se afirmaba que en uno de mis posts, concretamente el que trataba sobre el Estoicismo, había una imagen con uso indebido por copyright, y por supuesto, que el autor la había reclamado. ¡Me quedé de piedra! A continuación, os facilito un fragmento del correo que me enviaron.
Personalmente, las imágenes que empleo son todas de depósitos online en los que “figura” que son de uso libre. Pero vamos, a la vista de los últimos acontecimientos… para verificar la veracidad de estos sitios habría que hacer una visita a la sede presencial “teniendo a Harvey Specter y Mike Ross como abogados en nómina”. Es muy difícil ponerse en contacto con los autores originales. Por consiguiente, lo que nos encontramos es que incluso tratando de hacer las cosas bien, nos hallamos atados de pies y manos.
Echando un vistazo minucioso, hay varias cosas significantes. Lo primero, el tono con el que hablan y el rollo legal con el que se te dirigen. Fijaros, que hasta cierto punto, puede parecer muy legítimo todo lo que comentan. Después de todo… ¡no hay control alguno de nada! Lo segundo interesante es que estos correos no son dirigidos a spam, así que si os llega algún reporte de esta web, directamente marcadlos como correo malicioso. Luego ya que cada uno haga lo que quiera: contestar, ignorar, etcétera. ¡Es vital que no lleguen más mensajes de esta gente porque pueden llegar a acosar!
También es curioso que no te ponen ningún dato de la licencia que tienen ellos para hacer la actividad. Adicionalmente, tampoco te aportan que, efectivamente, ese supuesto cliente demandante tiene contratado a Copytrack. Solamente figura el nombre del autor, la imagen en cuestión junto con el post donde está, y por último, el dinero a pagar.
En mi caso, la primera opción era pagar 389.59€ por renovar una licencia que no hay pruebas de que tengan. La segunda alternativa era retirarla y pagar 350€ por los daños causados al “supuesto” propietario original. En cualquier caso… ¡cobran! El autor es un tal Federico Caputo, y parece de coña, pero es “un fotógrafo” que aparentemente existe, pese a que su nombre parezca sacado de “los cómics de Zipi y Zape”.
Retomando el hilo principal, cuando me pasó esto, la verdad es que no tenía ni idea de cómo iba el tema. Sinceramente, ante la gran incertidumbre que hay en estos aspectos, me puse extremadamente nervioso. Comprobé el correo, el remitente y el dominio de la web junto con su estructura. En conclusión, todo parecía ser verídico y no tenía pruebas tangibles ni de donde conseguí la foto ni de que era libre. ¡Ya me veía enchironado! Al no tener la mente fría, no se me pasó por la cabeza buscarles en Google a ver qué opiniones había al respecto. Solo quería salir del problema y quitármelo cuanto antes.
Tras pagar me quedé tranquilo, y ahí ya empecé a razonar. ¡Más vale tarde que nunca! Me puse a investigar y me encontré con todo lo que os he comentado anteriormente. ¡Ahí supe que me la había comido como un campeón! Automáticamente, reclamé el pago y me puse en marcha con las tramitaciones legales para pedir cuentas en el asunto.
¡Aviso! Cuidado con los métodos de pago: transferencia, tarjeta de crédito o de débito, etcétera. Más que nada, porque luego para obtener el reembolso del dinero es una historia. Por política de los bancos, primero te tienes que poner en contacto con la entidad a la que has pagado, es decir, Copytrack. ¡Os deseo suerte! Recibí respuestas automatizadas de que no podían porque no tenían el CASE-ID y no sé qué historias. Seguidamente, les pedí el contacto del cliente para hablar con él, y lo más importante, pruebas de que poseían la licencia de imagen. ¡Sin respuesta!
Busqué al supuesto autor, el famoso Federico Caputo… ¡Hay que joderse! Miré en todos sus depósitos de imágenes y no encontré nada de nada, incluso buscando la propia imagen a través de los metadatos. No recuerdo de donde la saqué porque el post era de abril y no guardo registro. ¡Imaginaros mi situación! Al final, la encontré en diversas webs y blogs similares al mío, así como en Shutterstock. La vendían a menos de 5€ al mes, el autor no coincidía por descontado, y en última instancia, la foto fue subida el 27 de mayo del 2014. ¡Para flipar!
En resumidas cuentas, puse en marcha tanto la maquinaria legal como la bancaria, con toda la información pertinente que había recopilado, y tras unos días de trasiegos, las aguas han vuelto de nuevo a su cauce. ¡Salvado por la campana! Aun así, dejo toda esta información para que os sirva de ayuda. De este modo, si en algún momento uno de vosotros o incluso vuestros conocidos, se ve salpicado por esta empresa maliciosa, puede saber exactamente qué es lo que tiene que hacer.
¿Cómo funciona realmente Copytrack?
En este apartado voy a tratar de explicar cómo creo que se realiza esta operativa. Mis indicios claros para sospechar que Copytrack es una estafa, independientemente de que la web y los correos sean auténticos o no, es la cantidad de publicaciones malas que hay en Google, la mala nota que tiene en cuanto a sus gestiones, y por último, que afirma proporcionar servicios gratuitos.
Rastrea posibles imágenes de otros sitios web de un modo gratuito. ¿Un poco raro no? De hecho, este último dato aparece al comienzo en su página web. Pongo de manifiesto diversas reviews sobre este sitio en Trustpilot. Fijaros que le ponen un 1.4 y que el 90% de las opiniones tienen una estrella. ¡Lamentable!
Teniendo en cuenta la estructura de los correos y la reseñas, junto al hecho de que cuando les contactas las respuestas también son iguales, hagas la consulta que hagas, se deduce que es un bot el responsable de la identificación de las fotos usadas en las webs. Al encontrarlas, envía automáticamente una amenaza, una tarifa y un link de pago. Obviamente, no es real y no le debes nada a nadie. ¡Ni Federico Caputo ni hostias! Es más, navegando en las profundidades de los foros de Redit, encontré otra idéntica a la mía. Solo cambiaban las cuantías, pero el autor es el mismo. Prestad atención a la siguiente captura, y ojo con Federico Caputo, alias “El Capo”. ¡Tiene cojones!
El copyright es un vacío legal
En realidad, todo el contenido de Internet tiene copyright hasta cierto punto, y el hecho de no haber tenido nunca problemas de este tipo, hace que cuando “te toca” entres en pánico debido al desconocimiento. Ahora bien, después de haberme recorrido la red informándome de estos temas, me he dado cuenta de que casi todas las imágenes que hay circulando por Internet tienen derechos de autor. Esto sucede también con los sprites en los videojuegos, pero al parecer es menos perseguido. La cosa es que es bastante difícil de demostrar las cosas por ambas partes. Realmente, solo cambia el status quo.
Es más, algunas fotos pueden tener copyright incluso aunque se te diga lo contrario. La raíz del problema está en que tú, pese a hacer las cosas bien y ser ético, no puedes saberlo. La verdad es que asegurar la legalidad, así como verificarla, son menesteres muy complicados de gestionar. Por ello, terminan derivando en limbos donde reinan el vacío legal y la incertidumbre.
Las empresas, así como los depósitos, que supuestamente manejan estos “derechos de autor”, en realidad no tienen contacto alguno con los autores originales, y ahí, es donde entra el engaño en juego. ¿Qué tal si pedimos dinero por si las moscas? Al fin y al cabo, si cuela… ¡cuela! Sin duda alguna, un ejemplo de brillantez empresarial.
Existen diversos sitios como Shuttershock, Pixabay, Freepik, etcétera, que venden imágenes a precios muy bajos e incluso gratis. Las licencias son del tipo Creative Commons y aparentemente están en regla. Una treta que hay aquí es descargarse una imagen de este tipo de sitios y subirla con usuario distinto por otros lados. De esta forma, pagas una vez y luego cobras. Si esto se hace a menudo, teniendo en cuenta la cantidad de registros y que la información de traza no se puede guardar indefinidamente por cuotas y costes de espacio… ¡ponte tú a demostrar cosas en cualquiera de los dos bandos!
Si tenéis alguna vez un problema con esto, ya podéis rezar para revindicar con éxito que las imágenes eran vuestras si os las roban. Y a esto hay que sumar el tiempo, ya que cuanto más pulule una imagen por la web, más difícil es poder reclamar nada. Estas cosas no son nada del otro mundo, pero al indagar en el tema, uno alucina con la dejadez, las locuras y los problemas que hay a causa de una gestión tan pésima.
¿Cómo ocurre el scam?
La “empresa” de Copytrack usa un “modus vivendi” diferente, puesto que busca ganar dinero para subsistir estafando a inocentes, yo por ejemplo, aprovechando que en la red se comparte todo con absoluto descontrol. Para empezar, estos “máquinas” se pasan por el forro el Fair-Use. Esta norma jurídica recoge que los derechos de propiedad intelectual no son absolutos, sino que existen ciertos límites en base al propósito del uso, a la legislación y al tipo de obra. ¡Esto lo desconocía totalmente!
Copytrack ignora por completo esta directriz. Así que si os molestan estos u otros, como por ejemplo PicRights, que hacen tres cuartos de lo mismo, sabed que transforman todo el asunto en una negligencia por vuestra parte y en una penalización económica, que por supuesto, es falsa y desproporcionada.
Sinceramente, creo que allá por 2015, cuando toda esta vaina empezó, Copytrack hizo un escaneo profundo de las imágenes y mapas con las url’s indexables de los sitios web, los denominados sitemaps, mediante el uso de crawlers. Esto explicaría porque las imágenes que suelen reclamar tienen tanto tiempo, siendo mi caso del 2014. De este modo, se analizan donde están mediante los bots, y al detectarlas, te envían el correo amenazante de que “toda la policía de Alemania está rumbo a tu casa para empapelarte”. Sin ninguna duda, y lo sé por experiencia propia, aquí tú peor enemigo es la mente.
Lo que sí es cierto es que, con total seguridad, no tienen conocimiento del autor original. ¡Más bien se lo inventan! Recordad el caso de Pete Souza, que se lo reclamaron a él mismo. No obstante, puede haber casos en los que se rastreen datos de otros depósitos online legitimados y se apropien de ellos, como podría ser el caso de Shuttershock, que es una web que sí vende derechos legales sobre imágenes.
Más adelante, Copytrack “peina” los sitios donde pueda encontrarlas, y de hacerlo… ¡comienza la fiesta! En resumen, no saben si tienes o no permiso de reproducción, te envían el correo de todas formas. La desconfianza, el desconocimiento y el miedo son los impulsores motrices para que el scam y la red de extorsión sigan avanzando.
No es una empresa legítima ni lícita pese a que el correo y la web parezcan bien armados y en orden. En caso de que se pongan tontos y acosen, que me suena de algo, podrían escalar el caso a un abogado. ¡Tranquilos, que tienen todas las de perder! De hecho, si recordáis el correo, está la baza de pagar “la licencia esa de playmobil” que supuestamente tienen con renovación anual. Por ende, te cobran más y al año que viene los tienes otra vez llamando a la puerta como si fueran “los antiguos cobradores del frac”.
Es más, también hay informes documentados en los que se inventan empresas a las que supuestamente representan, usando nombres reales en algunos casos, y se asignan derechos sobre fotos que no tienen en su catálogo. Así, si ves que el reclamo es en nombre de una corporativa potente… pues te entra el acojone. Y lo mismo ocurre con alguien de a pie, si al buscarlo ves que existe, pues ahí es cuando las dudas te empiezan a reconcomer. Lo más gracioso es que en la abogacía de las supuestas entes reclamantes nadie está enterado de nada. ¡Internet también tiene sus fallos!
Jurisdicción inexistente
La guinda del pastel es esta. Al ser una corporativa que trabaja en Alemania, los costes para abrir y gestionar litigios son grandes. ¡No vais a ir a juicio! La normativa del Fair-Use y la legislación del copyright impiden que esto sea así. Y más, si se trata de blogs relativamente pequeños como este, que pese a que ha crecido, aún le queda mucho. Por supuesto, hay que tener en cuenta los factores lucrativos y todo el tema. El caso es que nunca se debe abonar nada a nadie que no sea el autor original, por supuesto, habiendo presentado pruebas de la licencia. ¡Nada de intermediarios!
Hay que tener en cuenta también a los publishers, que son empresas legítimas que tienen acuerdos auténticos con los autores para poder distribuir los derechos, y tú pedirlos, para no tenerte que poner en contacto con el creador original. Esto lo sé de cuando hice una de las versiones del Out Run, la primera concretamente. Pedí permiso para poder meter en el trailer la canción de Spybreak, del grupo Propellerheads. Este es un ejemplo de web correcta y auténtica.
¡Ojo! En estos casos, la comunicación la haces tú por donde quieras y ellos te responden. Si la hacen ellos, por la razón que sea, te mandan una carta certificada con todos los datos. ¡Ahí no hay ni trampa ni cartón! Entonces, Copytrack actúa a modo de publisher, pero es fraudulento porque ni tiene pruebas ni te autentica nada.
En términos técnicos, Copytrack pertenece a lo que se conoce como copyright trolling. El tema es que para poder indagar más sobre esto hay que echar horas e investigar. ¡Se debe tener total control de la situación! Sin embargo, en esos momentos solo piensas en salir de ahí a toda costa, aunque no hayas hecho nada ni haya pruebas de delito alguno. ¡Es un sálvese quien pueda!
La cabeza fría es la mejor solución
De todo lo acontecido en el post voy a sacar una serie de consejos y buenas prácticas. La primera de todas es, ante estas situaciones tan peliagudas, hay que mantener la calma y no empezar con los sobresaltos. Investigad, buscad, recopilad pruebas por si acaso la cosa fuese a más. Lo siguiente sería estos correos, después de haber visto que son chama, eliminadlos e informad de que eso es spam.
Si os contactan con temas relacionados a esto, lo harán por cartas certificadas y no por correos electrónicos. Si lo hacen es raro, y en ese caso pues lo dicho, a analizar e investigar a fondo el caso. Si se tienen dudas sobre la veracidad, pedid datos e información sobre lo que hacen, licencias y datos del reclamante para verificar que, efectivamente, el autor original está al tanto de todo y trabaja con ellos. Si se niegan o dan largas… ¡qué se peinen!
Nunca pagar nada hasta que todo esté bien atado y autenticado. En caso de que lo hayáis hecho ya, debéis saber que os espera una cantidad de trámites y papeleos inhumana, puesto que el peso de la burocracia va a caer sobre vosotros como una losa. ¡Yo lo sé bien! Recoged todas las pruebas pertinentes, denunciad y reclamad al banco lo que os ha ocurrido. Todo tiene que estar bien detallado, explicado y reflejado. Además, cuanto menos tiempo se tarde mejor. Sin ofender ni insultar a nadie… ¡describid los hechos como si fuese para tontos!
Una vez hecho todo, solo queda dejarlo reposar y esperar a que la ley haga su papel. Aun con todo, está difícil poder recular estos asuntos por cómo está la cosa. Personalmente, tuve que “remover Roma con Santiago” para que me devolviesen el dinero. No en vano, esta gente lleva “remando” casi diez años. ¡Menos mal que lo pude parar a tiempo! Y ya para finalizar, no os sintáis mal si os la cuelan. Quiero decir, soy informático, al igual que he visto venir muchas y he ayudado a otros a evitar que caigan, esta vez me la colaron a mí y ya está.
Nadie hace nada sin ayuda. La gente trabaja duro abriéndome puertas a mí, y yo trabajo igual para abrírselas a otros. No nos hace personas menos valiosas el hecho de cruzarlas. ¡Por esta razón está este post publicado! Me faltaría al respeto a mí mismo, a mis valores y al motivo por el que creé este pequeño blog si no lo hiciera público. Desde aquí, apoyamos a la comunidad con asertividad y evitamos que más gente inocente caiga en esta red de extorsión globalizada. ¡A por ellos!