Cine

El hijo de la Pantera Rosa (1993): trágico desenlace en la carrera de Blake Edwards

Ficha técnica

Título: El hijo de la Pantera Rosa

Título original: Son of the Pink Panther

Fecha de estreno: 27 de agosto de 1993

Duración: 1h 29min

Género: Comedia policíaca y humor absurdo

Director: Blake Edwards

Guion: Blake Edwards, Madelaine y Steven Sunshine

Reparto: Roberto Benigni, Herbert Lom, Claudia Cardinale, Shabana Azmi, Debrah Farentino, Robert Davi, Jennifer Edwards y Burt Kwouk

BSO: Henry Mancini

Recaudación: 2,4 millones USD

Productoras: Metro-Goldwyn-Mayer
Nota 6.0

¡Muy buenas, queridos cinéfilos! Hoy volvemos a retomar el ambiente cinematográfico para comentar una producción que en su momento sembró bastante polémica. Nos disponemos a comentar El hijo de la Pantera Rosa (1993), la última película de esta famosa saga, dirigida por el gran Blake Edwards. Este filme, como bien vamos a ver más adelante, tuvo un recibimiento por parte del público y de los críticos sumamente agridulce, quizás demasiado para lo que la película es realmente.

El punto más atractivo de este metraje es que fue la última obra dirigida por el gran director y creador de la saga, el genio Blake Edwards, que aunque consiguió dejar grandes obras para nuestra memoria, esta en concreto no resultó nada agradable. La primera entrega de la colección: La Pantera Rosa, vio la luz en 1963, mientras que esta última, salió en 1993. Así las cosas, El hijo de la Pantera Rosa supuso el final de una exitosa saga de comedia que llevaba en las pantallas, exactamente, treinta años.

Escena emblemática de El hijo de la Pantera Rosa (1993)

Ahora mismo os estaréis preguntando: cómo es que una saga cómica tan buena y recordada por todos, pudo tener un desenlace tan oscuro y fúnebre. Damas y caballeros… ¡eso es lo que vamos a ver hoy! Nos dispondremos a analizar la película con sumo detalle porque esta obra esconde más de lo que a simple vista puede parecer. Esto es vital para hacer un juicio justo sobre ella y sobre las actuaciones del elenco. ¿De verdad fue tan mala como la pusieron? Ahora lo veremos….

El hijo de la Pantera Rosa: ¿un argumento forzado?

La trama que se nos presenta en esta película es, de primeras, bastante diferente a la que se nos plantea en el resto de entregas de la saga. Una princesa árabe de Lugash, llamada Yasmín (Debrah Farentino), es secuestrada en aguas internacionales francesas por un grupo de terroristas liderado por Hans Zarba (Robert Davi). El objetivo es lograr que el padre de la princesa, el rey que ocupa el trono de Lugash, abdique y deje su puesto al amante de su madrastra, un militar de alto rango que tiene lazos “amistosos” con el país vecino: Darfur, cuyo regente también está interesado en adquirir el puesto de rey.

Los captores se preparan para el secuestro de la princesa Yasmín

Tras llevar a cabo el secuestro, los terroristas tienen un percance automovilístico con el comisario Dreyfuss, interpretado por Herbert Lom. El agente de policía encargado de mediar en el aparatoso accidente es un joven llamado Jacques Gambrelli (Roberto Benigni), a quien más adelante, Dreyfuss asigna el caso del secuestro de la princesa. Paralelamente, el comisario comenzará a sentirse preocupado al ver ciertas similitudes de comportamiento entre el novato y el conocido inspector Jacques Clousseau.

Sus temores se terminarán de la peor forma posible, ya que en el transcurso de la investigación, Dreyfuss se enterará por María (Claudia Cardinale), la madre de Gambrelli, de que Jacques es efectivamente el hijo ilegítimo del difunto inspector Clousseau. ¡A tirarse de los pelos! Finalmente, Dreyfuss enviará al torpe policía a rescatar a la princesa y a demostrar que es el verdadero heredero de su padre, el hijo de la Pantera Rosa.

Claudia Cardinale y Herbert Lom en El hijo de la Pantera Rosa (1993)

Como podemos ver, es una película que plantea una línea de argumento bastante interesante. Hay una gran variedad de actores nuevos, ya que solo Herbert Lom, Claudia Cardinale y Burt Kwouk habían estado presentes en más entregas de la colección. La idea del secuestro, y más aún, el punto de vincularlo con terroristas y con conflictos políticos y militares entre países, le da un punto atractivo a la película. Estos matices no los podemos ver en el resto de ejemplares, y desde luego, el tema de resolver asesinatos, pieza angular en las obras anteriores, incluso en las dos que conforman el reboot de Steve Martin, no lo vemos por ningún lado. ¡Es una cinta totalmente diferente!

Una película anacrónica

La cosa se pone cada vez más compleja, porque claro, ¿cómo es que una película con una idea de guion sólida, pudo acabar en tal desastre tanto de taquilla como de crítica? En mi opinión, todo se debe a una serie de factores, la mayoría completamente ajenos a la película en sí. El primero de todos ellos es, como ya hemos visto en otras ocasiones, el deseo de explotar una franquicia a nivel financiero hasta que, tristemente, ya no da más de sí.

Este aspecto se puede fácilmente observar en la última secuela en la que participaron Sellers y Edwards: Tras la pista de la Pantera Rosa (1982). El estreno de esta película supuso una bajada de listón con respecto al carisma y comedia tan distintivos que pudimos ver en las precuelas. Así las cosas, fue un metraje que no recibió demasiados elogios a su favor. Seguidamente, hay que sumar el repentino fallecimiento de nuestra querida estrella Peter Sellers (1925 – 1980). El actor llevó el humor absurdo a niveles de encanto desorbitados, incluso el propio Blake Edwards se quedaba atónito en sus actuaciones.

Fotografía de Peter Sellers y Blake Edwards

La muerte del británico le llevó a Edwards a intentar resucitar la saga costase lo que costase. Intentó demostrar que el espíritu de La Pantera Rosa podía subsistir sin la presencia del actor, pensamiento que chocaba directamente con la corriente popular mantenida tanto por espectadores como por críticos: Sellers era el engranaje motriz de la saga y sin él no podía continuar. Por ello, en 1983, Edwards estrenó La maldición de la Pantera Rosa, con Ted Wass en el papel del inspector Clousseau.

Esta película sí que es bastante floja en todos los aspectos porque el guion es un castillo de naipes de principio a fin, lo cual se puede observar tanto al visionar la película como al leer las críticas que cosechó. En resumen, al intentar demostrar al mundo que La Pantera Rosa seguía viva, Edwards acabó enfatizando justo lo contrario. Sin embargo, no se dio por vencido, y volvió a probar suerte diez años después, en 1993, con la película que hoy nos ocupa.

Roberto Benigni y Blake Edwards en el set de rodaje

La presión mediática era mucho mayor, y por ello, hubo que buscar un patrón argumental, cuanto más innovador, para encandilar de nuevo al público. Lamentablemente, aunque Edwards consiguió un guion decente, la forma en la que le sacó partido no fue acertada y… ¡pum! recibió otro duro golpe tanto en crítica como en taquilla. De hecho, El hijo de la Pantera Rosa es la película menos conocida por el público popular. En resumidas cuentas, Edwards cerró su carrera con un final muy triste para una filmografía tan interesante, un desenlace que creo que no mereció en absoluto.

El único ingrediente que mantuvo Edwards con respecto a las películas originales, aquellas tan rompedoras, fue el humor simpático que desprendía un ente tan torpe y gafe como el inspector Clousseau. El hecho de intentar plagiarlo fue lo que creó que le precipitó al abismo. Existen distintos tipos de humor, pero el blanco y el absurdo son los más característicos en esta franquicia. El humor absurdo, que es el que se deriva de situaciones ridículas o vergonzosas es muy complicado de manejar. La línea que separa que una situación vergonzosa sea graciosa, a que simplemente sea eso, vergonzosa, es muy fina, hasta el punto de que como la cruces… ¡la cagas!

Personalmente, esto fue lo que le ocurrió al amigo Blake, mientras que algunos chistes y bromas son buenas, hay otras que es que no hay por donde cogerlas: pronunciar algunas palabras mal, tropiezos constantes, etcétera. Es más, hay una escena casi al final en la que Benigni se muerde a sí mismo. ¡Es que es muy lamentable! La cantidad de momentos en los que la torpeza de Gambrelli te pone malo es elevada, pero luego tiene otros fragmentos en los que te ríes.

Escena en la que Roberto Benigni se muerde la mano

Está un poco “entre Pinto y Valdemoro”. ¡Ojo, que la cosa no termina aquí! Además, está Benigni que sobreactua en un intento de conseguir ese toque tan natural de Sellers, lo que hizo que su actuación fuese duramente criticada. Lo más gordo es que no es, para nada, un mal comediante. ¡No entiendo! A todo esto hay que sumar el “broche” final, el ritmo de comedia sigue la misma fórmula que en las primeras películas. Por tanto, nos queda una cinta anacrónica. Aquellos sucesos que hicieron gracia al público allá por los años sesenta y setenta, no van a desatar la risa del público en 1993. En este sentido, las películas de Steve Martin aportaron una visión diferente.

El género del humor absurdo es una temática muy trillada en el mundo del séptimo arte. De hecho, comenzó a ganar terreno durante las décadas de los treinta y cuarenta con los célebres hermanos Marx. Hasta cinco de sus películas son consideradas grandes clásicos del cine. ¡Cuidadito! Los años sesenta y setenta fueron compartidos “a pachas” entre las películas de Cantinflas y el jefe Blake Edwards. Por supuesto que hay más figuras notorias, pero pienso que estas son las más relevantes. Finalmente, en los años ochenta y noventa llegó Leslie Nielsen con su saga de Agárralo como puedas, que lleva este tipo de comedia a otro nivel.

Los hermanos Marx fueron un claro exponente del humor absurdo

En este sentido, el humor absurdo siguió un progreso de innovación que se puede ver reflejado en las distintas películas que he comentado. Sin embargo, Blake Edwards rompió con ese paradigma, y en vez de buscar inspiración en algo nuevo, regresó a la comedia de treinta años atrás. Esto hizo que no atrajese tanto al público como ocurrió de primeras porque, en última instancia, vemos lo ya visto en todas las entregas anteriores.

Por consiguiente, el filme está completamente desvirtuado de su época. Desde luego, si quieres cambiar la saga, esta no es una forma correcta de hacerlo. Hay buenos momentos de guion, pero mal resueltos, como si Edwards confiara en que su experiencia tras la cámara era más que suficiente. ¡Por desgracia no lo fue! Por esa razón, la historia concluyó de un modo tan dramático.

En definitiva, El hijo de la Pantera Rosa es una película que intentó refrescar la saga original dándonos rostros y enfoques distintos, pero al intentar “conservar” su espíritu humorístico clásico se llevó un buen varapalo. A continuación, vamos a comentar el reparto de actores que tuvo la película y a analizar cómo de buenas fueron sus actuaciones.

Un derroche de reparto

La verdad siempre por delante, y en honor al encabezado del apartado, hay que decir, forzosamente además, que al elenco de actores no se le sacó todo el jugo que se le podía sacar. Hemos comentado películas como La momia (1999), Indiana Jones: en busca el arca perdida (1981), King Kong (2005), Temblores (1990), etcétera, donde el elenco era absolutamente estelar. Pues bien, esta entrega de La Pantera Rosa no está dentro de este saco.

En primer lugar, tenemos al ya nombrado Roberto Benigni, uno de los comediantes más respetados de todo el mundo y el más famoso de su país natal: Italia. Su interpretación en esta película deja un poco que desear, fundamentalmente, porque está llena de claros y oscuros. Nos deja algunas escenas graciosas, entre las que pueden destacar cuando fastidia la cama de hospital del comisario Dreyfuss, el momento en el que se hace pasar por médico ante los secuestradores, en la que entra en el Oasis del Mar y monta un alboroto con los clientes del bar o cuando va en bicicleta soltando petardos.

El resto de la actuación es ciertamente aberrante, y a veces, un poco insoportable. Sin embargo, no hay que olvidar el peso que tenía encima a la hora de capturar la esencia de Sellers. Este es un hecho que no solo depende de él, sino del guion, y si lo tienes plagado de chistes malos, pues el resultado es que injustamente le acabas cogiendo tirria al actor. De hecho, Benigni fue nominado a los premios Razzie en el año 1994 con la “condecoración” a peor nueva estrella. ¡Juzgad vosotros mismos!

Sinceramente, creo que Benigni fue un chivo expiatorio, víctima de las circunstancias, porque no es considerado ni mal humorista ni mal actor. Sin más, creo que esa nominación fue un cúmulo de sucesivos infortunios, y no porque sea malo, como dijeron y dicen muchas reseñas. Después de todo, que su personaje sea más tonto que una piedra no es culpa de él, sino del guion. ¿O no?

Escena en la que Benigni se hace pasar por médico ante los secuestradores

Seguidamente, tenemos al comisario Dreyfuss, interpretado por el mítico Herbert Lom. ¡Qué decir de este personaje! La verdad es que está ejemplar como siempre, reflejando muy bien su antipatía por el inspector Jacques Clousseau y por todo aquello que tenga que ver con él. Por supuesto, no nos perdemos sus cómicos tics de ojos, así como alguna que otra castaña que se da. Su escena más icónica en esta película es la explosión de la bomba en casa de los Gambrelli, mientras el perro está amarrado a su pierna haciendo ciertas “actividades”. Básicamente, se le está trajinando la pierna. ¡Secuencia desternillante!

Comisario Dreyfuss tras la explosión de una bomba

A continuación, tenemos a la princesa Yasmín, a la que da vida la actriz y modelo estadounidense Debrah Farentino. Es un papel flojo, ya que salvo la trama del secuestro, el resto de la película fluye completamente sin ella. Interpreta a una mujer consentida, caprichosa y que, sin paños calientes, tiene la mano un poco larga. En fin, es un personaje “central”, cuyos diálogos no tienen mucha relevancia en la película. Ahora bien, tiene relativa soltura para dar patadas y puñetazos.

Al saco de personajes chorras hay que meter también a María, la madre de Jacques Gambrelli, interpretada por Claudia Cardinale. La actriz salió en la primera película de 1963, La Pantera Rosa, haciendo el papel de la princesa Dala, una atractiva mujer que tenía en su poder el diamante de la Pantera Rosa. Pues bien, en esta película hace de la madre de Jacques Gambrelli. ¡Esto sí que es un cachondeo! A ver, han pasado treinta años entre sendas películas, pero vamos, a la mujer se le conoce de sobras.

Si haces una saga, por lo menos que el personaje tenga cierta continuidad y coherencia. La figura del comisario Dreyfuss es un buen ejemplo de esta afirmación. ¡No entiendo nada! Es que, literalmente, hace un calco del papel de la actriz Elke Sommer en la segunda entrega: Un nuevo caso para el inspector Clousseau (1964). ¡Es que no hay nada de coherencia! Y por si fuera poco, en la mayoría de las escenas que sale Cardinale, lo hace enseñando “armería”. Sinceramente, es que no entiendo estas decisiones. Ojalá estuviese aquí Blake Edwards para explicarme los motivos y callarme la boca.

A continuación, tenemos al equipo de terroristas que llevan a cabo el secuestro de la princesa. La banda está compuesta por un total de cinco integrantes: cuatro hombres y una mujer. El jefe de todos ellos es Hans Zarba, interpretado por un todavía joven Robert Davi. Paralelamente, tenemos a Yussa, Arnon, Hanif y Garth, cuyos actores son: Jennifer Edwards, Mark Schneider, Mike Starr y Kenny Spalging.

Seamos claros, de todos estos secuaces la única que se salva es Jennifer Edwards, la hija de Blake Edwards. Lucha muy bien, al igual que la princesa Yasmín, y además, es la más leal al jefe de la banda. El resto de integrantes es que apenas tienen diálogo, así que no puedo decir nada de ellos salvo que son sobrantes.

Grupo de terroristas que secuestran a la princesa Yasmín

Adicionalmente, para completar los personajes secundarios tenemos a Shabana Azmi en el papel de la reina traidora, al ayudante del comisario Deyfruss, alias Francois (Dermont Crowley), al coronel Al-Durari (Jon Paul Morgan), que ayuda a Begnini en el rescate a la princesa y al “tío Idris” (Arnold Yarrow), el jefe de la república militar de Darfur donde tienen alojada a la princesa.

Una mención especial se merece Cato, el ayudante asiático del inspector Clousseau, al que da vida el también fallecido Burt Kwouk. No tiene muchas apariciones en la película, pero las pocas que tiene bastan para que con él nos riamos un buen rato. Aparecen numerosos personajes más, pero no tienen nada relevante que aportar a la trama, así que no los voy a mencionar.

En resumen, tenemos una gran cantidad de “celebridades”, pero muy poca información sobre ellos y con diálogos algo pobres. La película se centra, sobre todo, en el personaje del hijo del inspector Clousseau, Jacques Gambrelli, hasta el punto que a veces la cinta puede ser cargante al tenerlo todo el rato en pantalla. En fin, el señor Edwards y sus guionistas no estuvieron muy acertados en este punto tampoco, ya que como ha quedado claro, la idea de guion era buena, pero entre unas cosas y otras no terminó de asentarse adecuadamente.

Escenografía y banda sonora muy cuidadas

Si hay una lanza a romper a favor de la película es la puesta en escena, así como las ambientaciones y el trabajo de la producción. Los planos de la cámara están muy bien cuidados, y hay una razón, Edwards siempre estuvo muy obsesionado con eso. Es un detalle que está presente en toda su filmografía, y francamente, que también esté presente en este metraje le da un buen toque de positividad. No en vano se gastaron cerca de 25 millones de dólares USD para hacer la película, que para ser 1993… ¡tela marinera! La pena es que solo recaudaron 2.5 aproximadamente. ¡Imaginaos el batacazo comercial!

Los paisajes fueron meticulosamente elegidos. De hecho, las escenas del secuestro y del rescate son de lo mejor que tiene la película. Los efectos de disparos, las persecuciones, así como las escenas de explosiones y peleas están bastante bien elaboradas. Por consiguiente, en este aspecto, hay que alabar el excelente trabajo del director y de su equipo.

Secuencia de una explosión durante el rescate de la princesa Yasmín

La banda sonora de la película es muy interesante, atractiva y fue creada por Henry Mancini. La introducción de la película con los créditos iniciales es para quitarse el sombrero. La banda sonora tan característica de La Pantera Rosa, que todos conocemos, se aleja de ese tinte “operil” para adquirir un ritmo mucho más exótico, que a su vez, contrasta con la base original que escuchamos en los créditos finales. Sin más, me gustan bastante este tipo de introducciones, y aquí les quedaron bastante “majas” en ambos planos: visual y sonoro. No llegan a los prólogos del agente 007, pero oye, es un comienzo.

Escena de la persecución al inspector Jacques Clousseau Jr.

Es una melodía cómica que mezcla momentos de tensión y heroicidad. Estos matices se pueden ver por ejemplo durante el secuestro de la princesa Yasmín en el barco o en su rescate en la fortaleza del “tío Idris”. Un escenón digno de recuerdo es cuando Benigni se sube a la cuerda de un helicóptero, y mientras recita poesía, el resto de la gente está a tiros y bombazos.

¡Es absurdo, pero ahí es donde reside la magia! El surrealismo si no es forzado y es original tiene mucho tirón. Por concluir este apartado, pese a que de desarrollo de personajes y trama, la película anda un poco coja, en efectos y sonoridad “se lleva el gato al agua”, así que… ¡bendiciones!

Roberto Benigni en la escena del helicóptero

Curiosidades de la película

La verdad es que a diferencia de otras producciones, El hijo de la Pantera Rosa es un metraje que no tiene excesivas cosas que reseñar, pero bueno, voy a comentar algunas que me han parecido ciertamente interesantes. En primer lugar, el año de estreno, la primera película se estrenó en 1963, y esta que hoy nos ocupa, treinta años después. ¿Coincidencia que sea una cifra tan redonda? La verdad es que no lo creo. La pena es que el mes y el día de sendos estrenos no coincidió. No me digáis que no hubiera sido la repera.

Dentro del reparto de actores, tenemos a Jennifer Edwards, la hija del director. Ocupa un papel antagonista secundario, ya que hace de mano derecha del jefe de la banda. Las secuencias de peleas que hace en la película, incluso la pelea final contra la princesa Yasmín, fueron realizadas por las propias actrices. Tuvieron que pasar muchas horas de práctica para realizar las coreografías de lucha. Además, la cicatriz que tiene en el rostro es puramente ficticia, probablemente, para darle ese toque de “mujer fatal” al personaje.

Jennifer Edwards en El hijo de la Pantera Rosa (1993)

Otro dato bastante curioso es que en EEUU, el nombre del director iba a anteceder al título de la película: Blake Edwards’ Son of Pink Panther. Otra decisión que tampoco tiene ningún sentido. Menos mal que se echaron para atrás en este aspecto porque menudo título hubiese quedado para la cinta.

Paralelamente, la idea de Edwards era relanzar la serie de la mano de Benigni, humorista italiano que aún no se había descubierto en EEUU. De este modo, podría continuar “la aventura” donde la había dejado Sellers. No obstante, El hijo de la Pantera Rosa no pudo generar el éxito comercial y el respaldo de los críticos, con lo que se demostró una vez más que la ausencia de Sellers era muy esencial para que funcionase la trama. Ante esta situación, Blake Edwards decidió retirarse por la puerta de atrás y poner fin de un modo fúnebre a su trayectoria como cineasta.

Esta fue la primera película de la serie La Pantera Rosa en una década, tras dos intentos fallidos de revitalizar la saga después de la muerte de Peter Sellers. Sin embargo, el protagonista Roberto Benigni, como ya hemos comentado, no tuvo una actuación acertada y estuvo nominado a los Razzie en 1994 como la peor nueva estrella.

Debrah Farentino y Roberto Benigni

Conclusión

Como hemos visto a lo largo del post, El hijo de la Pantera Rosa es un extraño símbolo de humor y elegancia en la filmografía de Edwards por la secuencia de sucesos tan turbulentos en la que se vio envuelta. A pesar de intentar rendir culto a las precuelas originales, no logró mantener el nivel de comedia y carisma que caracterizó a la franquicia en sus orígenes. Una cosa está clara, la cinta dio de qué hablar, y aunque es la entrega menos conocida, aquellos que la han visionado siempre la tienen en boca para comentar. Así que para bien o para mal, la película causó impacto.

La decepcionante recepción de la producción fue un golpe duro para Edwards, que seguramente invirtió mucho tiempo y esfuerzo en revivir la magia de La Pantera Rosa. A pesar del trágico desenlace en su carrera, este gran cineasta dejó un legado imborrable en la industria del cine. Su contribución al género de la comedia y su capacidad para crear personajes inolvidables perdurarán en la historia del séptimo arte.

El hijo de la Pantera Rosa es una película que tiene lagunas. Si se tiene en cuenta toda la historia que tenía detrás y la dificultad que tenían tanto guionistas como actores de resetear la franquicia, personalmente, no creo que sea una película tan sumamente mala como la pusieron. La idea de guion no es floja en absoluto, aunque sí tiene ciertos fallos de ejecución que te dejan algo perplejo. En algunos aspectos Edwards estuvo muy acertado, sobre todo, en lo que a matices visuales y gráficos se refiere, pero en otros su ceguera por el éxito le jugó una mala pasada. ¿Qué opináis de esta película? ¿Pensáis que es tan mala como dijo la crítica?

ZG001_WP

Compartir
Publicado por
ZG001_WP

Entradas recientes

Alien 3: ¡la llegada de los xenomorfos al mundo retro!

Cuando los videojuegos superan al cine

1 semana hace

Indiana Jones y el templo maldito (1984): ¡fortuna y gloria!

Tras la pista de las piedras de Shankara: ¡fortuna y gloria!

2 meses hace

Spider-Man (2002): ¡el origen del espectacular hombre araña!

Por cortesía de nuestro vecino y amigo Spider-Man

2 meses hace

Golden Axe (1989): ¡la leyenda del combate arcade!

El beat'em up más legendario de todos los tiempos

3 meses hace

Streets of Rage (1991): ¡un referente de los videojuegos de lucha!

¡Conviértete en un auténtico maestro para repartir golpes!

4 meses hace

Estoicismo: el mejor antídoto para el descontrol emocional

El que domina a otros es fuerte; el que se domina a sí mismo es…

5 meses hace