Videojuegos

Bio-Hazard Battle (1992): ¡participa en la mayor guerra biológica!

Ficha técnica

Título: Bio-Hazard Battle

Fecha de estreno inicial: 1992

Diseñadores: Hiroshi Mikatabara, Kazumi Nasu y Matsu G

Desarrolladores: Sega

Distribuidores: Sega

Género: shoot’em up y scrolling shooter

Plataformas: Sega Mega Drive, GNU/Linux, Microsoft Windows, , Wii, macOS, Arcade

Compositores: Kenichiro Isoda
Nota: 9.7

Siguiendo con la temática de los videojuegos, hoy os traigo un ejemplar que ya mencioné brevemente en el post sobre Sonic the hedgehog. Me parece bastante interesante comentarlo ahora, ya que así, se construye una línea argumental muy sólida. Damas y caballeros, me dispongo ha hablaros del legendario Bio-Hazard Battle (en Occidente), y Crying: Aseimei Sensou (en Japón). Este juego es una fantástica entrega dentro del mundo de los shoot’em up’s, lanzado por Sega en 1992, con claras reminiscencias a la película de animación Nausicaa del Valle del Viento, de Hayao Miyzaki.

Este es el caso que hoy nos ocupa, vamos a saber más sobre un juego desarrollado por la propia Sega exclusivamente para la Mega Drive. Sin más dilación, nos embarcamos en nuestras bio-naves y viajamos al pasado para recordar uno de los mejores matamarcianos de la plataforma. ¡Comenzamos!

Biotecnología apocalíptica

En un futuro muy lejano, la raza humana ha abandonado la Tierra para habitar otro nuevo mundo, el planeta Avaron. Este planeta cuenta con una gran diversidad de recursos, que desencadenan continuos enfrentamientos entre las distintas regiones. El ambiente de caos e incertidumbre tomó tal rumbo que derivó en una cruel y sanguinolenta guerra que afectó a todos los rincones del planeta: la “G-Biowar I”.

Pantalla de juego del Bio-Hazard Battle

En la contienda, la principal arma eran las armas biológicas, creadas mediante potentes retrovirus mutados que se usaban sobre las formas de vida nativas de Avaron. Estos virus convirtieron el planeta entero en un lugar inhabitable para los humanos, y además, provocaron mutaciones monstruosas en las plantas y animales que allí habitaban. Hubo un pequeño grupo de supervivientes que no tuvo más remedio que huir al espacio en una plataforma orbitante llamada O.P. Odysseus. Permanecieron en fase de criogenización durante cientos de años, hasta que la computadora central de la instalación los despertó, después de comprobar con sus sondas que el planeta volvía a ser de nuevo habitable.

Nave O.P. Odysseus donde residen los supervivientes

Por desgracia, el que sea habitable no significa que no sea hostil. Durante ese tiempo, las criaturas que sobrevivieron han mutado sin control y se han apoderado del mundo de Avaron. La única alternativa para regresar es luchar contra los peligrosos seres del planeta, a bordo de las poderosas bio-naves que pilota la tripulación del complejo O.P. Odysseus. De esta forma, podrán establecer una nueva colonia y volver a empezar de nuevo. ¡Ahí entramos nosotros!

Bio-Hazard Battle: ¿rutinario o especial?

Una de las características más notorias de Bio-Hazard Battle es la simpleza de su jugabilidad. De hecho, uno de los rasgos más atractivos de este título es la paradoja que existe entre “coger el tranquillo” al juego y dominarlo. Os digo por experiencia propia que se necesitan ¡muchas horas! Es uno de los ejemplares más caóticos y frenéticos de la plataforma. Sin embargo, no todo es de color de rosas, y es que aunque Bio-Hazard Battle sea un matamarcianos que aporta grandes dosis de originalidad en múltiples planos, su fórmula es la misma que la del resto de títulos del género.

Un nivel de gráficos soberbio en los niveles de Bio-Hazard Battle

Durante el transcurso de la partida, la jugabilidad se alinea al esquema básico de este tipo de videojuegos. El caos y la destrucción los vemos desde una perspectiva lateral en 2D mientras acribillamos cientos de enemigos con protones de plasma. Al mismo tiempo, debemos esquivar decenas de bombas disparadas por los malos, lanzadas con la aviesa intención de hacer pedazos nuestra nave viviente. ¡Un clásico en toda regla!

En ocasiones, los escenarios se estrecharán para complicar las cosas o emergerán diversas trampas para sorprendernos y ponérnoslo más difícil. Al final de cada nivel nos estará esperando un imponente jefe final en una batalla a muerte. Deberemos poner a prueba nuestra habilidad y reflejos para descubrir lo antes posible su punto débil. De mientras, el villano tratará de hacer trizas nuestra preciosa criatura voladora, así que… ¡a cuidarse! Como podéis ver, es todo bastante mundano, pero su peculiar estética lo convierte en una auténtica experiencia audiovisual que pocos sabemos explicar.

Dentro del marco de la jugabilidad, hay que hacer especial énfasis en que, a lo largo de las distintas fases que componen el juego, hay diversos momentos en los que el scrolling horizontal de “toda la vida” se sustituye por el desplazamiento vertical y por el diagonal. ¡Rompedor! Y por si fuera poco, no solo hay cambios en las direcciones, sino que también hay alteraciones en los sentidos: izquierda, derecha, arriba y abajo. Seguidamente, vamos a analizar un poco más en profundidad la interfaz del juego y las diversas funcionalidades que brinda a los jugadores.

Tras acceder al menú principal, donde se pueden ver pequeñas demos de la apariencia que tiene el juego, deberemos escoger si enfrascarnos en la aventura en misión solitario o con un aliado. El gran Bio-Hazard Battle cuenta con un estupendo modo multijugador para dos jugadores, y este es precisamente, una de las propiedades que más me fascina de él. Además, también tenemos acceso al menú de ajustes del juego.

La mayoría de los shoot’em up’s de aquel entonces dejaban este concepto para la máquina recreativa, es decir, las versiones domésticas solían sacrificar esta opción en pos de una mayor fluidez a la hora de mover tanto sprite por la pantalla. El título que hoy nos ocupa es una excepción en toda regla, y además, el hecho de jugar en comunidad no se traduce en lags y flickers molestos. Seamos claros, el juego los experimenta momentáneamente, pero todo se mueve de forma realmente fluida. Y eso que estamos en los años noventa. ¡Imaginad la optimización del código!

En cuanto a los ajustes se refiere, se pueden configurar los siguientes parámetros: nivel de dificultad y cantidad de vidas. Los niveles de dificultad oscilan entre: Practice, Easy, Normal, Hard y Hardest. Así las cosas, vemos que ofrece un gran abanico de posibilidades, abarcando así a los distintos perfiles de jugadores. Desde los más conservadores hasta aquellos que son más alocados y aventureros. ¡Es mi caso! Adicionalmente, podemos aún complicarnos más la vida ajustando la cantidad de vidas: en un rango de tres a cinco. Por último, podemos hacer un testing de los distintos sonidos del juego, ámbito en el que como veremos más adelante, va bien sobrado.

A continuación, pasaremos al menú de selección de personajes, donde podremos escoger libremente qué bio-nave llevar. Tendremos un total de cuatro posibles opciones: Orestes, Electra, Hecuba y Polyxena (véanse imagen superior derecha, de arriba a abajo y de izquierda a derecha). Las naves en cuestión no disparan rayos ni potentes misiles como es lo habitual, sino que en esta ocasión parecen ser una especie de protones verdes de plasma. Aun así, da igual, porque las castañas y el espectáculo están asegurados.

Menú de opciones de Bio-Hazard Battle

Otro de los aspectos positivos de este videojuego es la sencillez en el manejo de las naves y en lo fácil que resulta realizar todos sus ataques. Las bio-naves no son los típicos entramados de chapas metálicas, tornillos y arandelas que ya hemos visto miles de veces, a pesar de lo que la carátula del juego deja intuir, sino que se trata de naves con aspecto de seres vivos, lo que le da al juego un estigma de originalidad dentro de un género tan machacado.

Además, el tener aspecto de seres vivos, influye también en la calidad de los sprites y en sus animaciones. En lugar de una aeronave que vuela en línea recta, estaremos a los mandos de una criatura que se desplaza y se remueve como haría un ser vivo. Otro atisbo de innovación. Los chicos de diseño visual y artes gráficas de Sega tienen grandes razones para sacar pecho. ¡Qué trabajazo!

La aventura cuenta con un total de ocho niveles, de dificultad progresiva y cargados de hordas de enemigos, adrenalina y tensión. En suma, nos acompañaran unas bandas sonoras tétricas y poco tranquilizadoras, que harán que la experiencia de juego sea aún más emocionante. De hecho, los niveles se pueden resumir en una sola premisa: ¡nunca dejar de disparar!

En el transcurso de estos, el jugador tendrá a disposición todo tipo de armas y powerups. Tienen la capacidad de potenciar la fuerza destructiva de la nave. Así, se hace más asequible el juego, incluyendo también items que mejoran la defensa. Paralelamente, el usuario puede cambiar de tipo de munición. Para ello, deberá encontrar y recoger powerups de distintos colores que flotan por los escenarios. El color del powerup marca el tipo de arma y su potencia. Por consiguiente, hay que tener ojo avizor para recoger el que más interese en cada momento. Además del disparo normal, las bio-naves poseen un disparo de gran potencia que requiere una recarga previa. ¡Es ideal para enemigos grandes!

Los cambios de scroll dan un buen enfoque a Bio-Hazard Battle

Adicionalmente, los jugadores tendrán la opción de poder obtener vidas adicionales al absorber los íconos 1-UP en las distintas etapas o al alcanzar hitos por acumulación de puntos sin terminar en Game Over. En la versión europea y de EEUU, cada 20000 puntos se consigue una vida adicional. En resumen, es un scrolling shooter donde las explosiones y los fogonazos abundan por doquier. ¿Qué más se puede pedir?

Unos gráficos de escándalo

El apartado técnico y gráfico es espectacular. Los diseños de las bio-naves protagonistas son cuanto más originales. También se merece especial mención la gran diversidad de enemigos que aparecen, algunos de los cuales, están extraídos directamente de la citada Nausicaa del Valle del Viento.

Por encima de todos los sprites destacan, como es habitual en este tipo de juegos, los inmensos jefes finales. ¡Menudo quebradero de cabeza debieron tener para hacerlos tan originales! Además, la escenografía está plagada de excelentes efectos de luz, realizados con un complicado algoritmo de rayos llamado Ray-Tracing. Las explosiones están muy bien llevadas a cabo. ¡Y ojo que aún queda la guinda del pastel! Los escenarios son alucinantes, muy variados, detallados y con una utilización del color muy buena, lo que les confiere una fantástica ambientación. ¡Todavía recuerdo el efecto del agua del quinto nivel!

Efecto del agua en el quinto nivel de Bio-Hazard Battle

Llegados a este punto, voy a comentar un tema que mencioné muy brevemente en el post anterior acerca de este juego. Ahora es el momento de profundizar más en este aspecto. Si recordais, puse que Sonic the hedgehog y Bio-Hazard Battle eran dos títulos de Sega conocidos por llevar al límite la potencia de la Mega Drive. Lo vimos en el anterior post y lo hemos visto en este. Ambos juegos mueven tantos sprites en pantalla que sufren lag y flicker.

No obstante, voy a romper una lanza a favor de ellos y diré que estos fenómenos suceden en momentos muy puntuales del transcurso de las partidas. Que juegos de aquella época pudiesen llegar a ser capaces de mover tantos elementos en pantalla refleja una cosa: que el código que implementaron los programadores es de una calidad sumamente buena.

Probablemente, si estos juegos hubieran salido para máquina recreativa, estos problemas no hubieran estado porque el hardware es muy superior. La diferencia entre el hardware recreativo y el doméstico es un aspecto que ya comenté con detalle en el análisis del Super Hang-On, así que si tenéis curiosidad, podéis echarle un ojo. En la siguiente captura se pueden ver cómo hay fragmentos del villano principal que desaparecen cuando no deberían (el color blanco es porque la bio-nave está golpeando con su arma).

Efecto del flickering en Bio-Hazard Battle (1992)

Música y SFX a la altura

La banda sonora y el SFX de este videojuego son excelentes. Si ya contaba con un descomunal sobresaliente en la parte gráfica, la sección musical no se queda atrás en absoluto. Seamos claros, las pistas musicales pueden gustar o no gustar. Yo mismo he muteado juegos para pasármelos porque la música era infumable. ¡Este no es el caso!

El peculiar estilo tétrico y oscuro de los niveles se solapa a la perfección con el patrón musical siniestro y lleno de graves que caracteriza a la música. La combinación de ambos planos es muy acertada. Además, el hecho de que el nivel inicial tenga la misma banda sonora que el final le da mucha más fuerza y chispa. Es como si el compositor, Kenichiro Isoda, hubiera querido “cerrar el círculo”. ¡Me encanta!

Es más, es que desde el mismísimo logo de Sega, se palpa que la música de este título deja bien claro que no se trata de un matamarcianos convencional, y eso tiene su merito. Los efectos de sonido también encajan muy bien con su estilo oscuro, con el sonido de los disparos y las explosiones, haciendo que prácticamente cada cosa que hagamos en el juego genere un sonido, incluso cuando nuestros disparos choquen contra el cuerpo de un resistente enemigo. ¡Fantástica elaboración!

Curiosidades y remasterizaciones

Con los avances que ha experimentado la tecnología, jugar a Bio-Hazard Battle es muy fácil. Por supuesto, todo depende de en qué entorno queramos jugar, es decir, es mucho más asequible jugar en un emulador que en la propia consola. Yo soy partidario de la segunda opción, pero para gustos los colores. Aunque también os digo, como la plataforma nativa no hay nada.

Si bien es cierto que Sega no suele acordarse de este tipo de juegos en sus recopilatorios, sí que lo ha rescatado tanto para la consola virtual de Wii como para Steam. Sinceramente, me indigna mucho que no lo incluya en sus colecciones de mejores juegos porque de verdad que se lo merece. En este punto, un dato muy interesante es el especial vínculo que guarda este juego con otra gran franquicia: Resident Evil. De hecho, así es como se llama en Japón: Bio Hazard. Ahora bien, ¿por qué le cambiaron el nombre en Occidente?

La razón estriba en que Capcom, no pudo registrar el nombre “Bio Hazard” en EEUU por estar asociado a varias cosas, principalmente a otro juego, que es este que estamos analizando hoy. Hay que enfatizar que en el mercado asiático el juego se bautizó como Crying. Por consiguiente, no hubo conflicto legal alguno en esta región dado que los nombres eran completamente diferentes. Así que ya sabéis, si sois fans de la saga Resident Evil, como yo, aquí tenéis un puntito extra para haceros con él, aunque solo sea como curiosidad.

Los nombres de las bio-naves: Orestes, Electra, Hecuba y Polyxena hacen referencia a personajes muy emblemáticos de la mitología griega. Esta cultura, junto con la japonesa, son muy conocidas por su gran gusto por el misticismo. Espíritus, fantasmas y demonios aparecen en centenares de leyendas que narran desde la creación del archipiélago, a las gestas de guerreros y humildes campesinos. Gracias al Budismo y al Sintoísmo, las historias de seres del inframundo han llegado hasta la actualidad de la mano de la TV, el cine y el manga. ¡Qué interesante! Francamente, el que despista un poco más es el primero, Orestes. A mí siempre me viene a la mente Pasapalabra. ¿Por qué será?

Una diferencia muy importante entre la versión japonesa y la europea es la presencia del autodisparo o autofire. En la versión europea, manteniendo pulsado el botón podemos disparar de un modo ilimitado, mientras que en la japonesa esta funcionalidad no existe. De esta forma, si queremos disparar ráfagas continuas de protones de plasma no queda otra que estar pulsando el botón continuamente. Aparte de terminar con los dedos destrozados, se reduce considerablemente la vida de los botones de los mandos. ¡Punto negativo para Bio-Hazard Battle!

Por último, en la versión japonesa la cantidad de vidas que se pueden conseguir mediante la acumulación de puntos es inferior. Los nipones fueron mucho más estrictos a la hora de repartir bonificaciones al jugador. ¡Qué se le va a hacer!

Conclusión

Bio-Hazard Battle es uno de los mejores shoot’em up’s a los que he tenido el placer de jugar. Realmente, es un videojuego en el que todas las vertientes encajan a la perfección, quedando patente en todos los sentidos: música, gráficos, argumento, programación, etcétera. La palabra que mejor refleja el espíritu de este juego es: originalidad.

Sin duda alguna, lo considero uno de los mejores videojuegos de la compañía Sega. ¡Escuchad, pero de calle! Como he mencionado arriba, cuenta con gráficos muy creativos, un manejo de sprites apoteósico y un buen uso de colores para toda su ambientación. Y todo esto acompañado de una gran banda sonora que nos transmite acción y aventura, con SFX diversos y contundentes a la hora de jugar.

Tristemente, quedó sepultado dentro del descomunal catálogo de juegos de Mega Drive, y por desgracia no es muy conocido. Cuando se habla de juegos de esta índole, en Mega Drive se suele citar a títulos conocidos como Thunder Force IV, considerado el mejor shooter de la plataforma. Pese a esto, la pieza que hoy nos ocupa viene a demostrar que Mega Drive tenía muchísimo más que ofrecer.

Por último, y esto ya a modo de añadido, si queréis tener en vuestras colecciones el cartucho original para Mega Drive, sabed que no lo vais a tener nada fácil. Encontrar una copia no es sencillo, y además, me parece un insulto tremendo al juego original. ¡Lo siento, pero soy muy purista en este sentido! Si lo compráis, las unidades que pululan por el mercado no son nada baratas, ya que se trata de un juego muy apreciado por aquellos que lo conocen, y los pocos que lo tienen no suelen querer desprenderse de él. Os animo a comprarlo porque quedará muy bien en vuestras colecciones. ¡He aquí la prueba!

Colección personal de videojuegos para la Sega Mega Drive
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